jueves, 2 de agosto de 2012

DIÁLOGO ENTRE DOS PERSONAS DESCONOCIDAS


El tren con destino Alicante va a efectúa su salida. 

Buenas tardes.
—Buenas tardes.
Disculpa, me permites, ¿puedo pasar? —dijo educadamente la Sra. Antonia.
—Por supuesto, faltaría más —respondió Carmen.
Muchas gracias maja, creí que perdía el tren—dijo la Sra. Antonia—. Menuda carrera, estoy agotada.
¿Cuál es su destino? —preguntó muy interesada Carmen
Yo voy a Alicante —dijo ella—. ¿Y tú guapa?
Yo también —afirmó Carmen.

Todo el, mundo se sienta y comienza el trayecto.

—Bueno, yo me llamo Antonia, ¿y tú?.
—Yo Carmen. Bueno, ahora ya puede usted relajarse.
Si hija sí, los años no perdonan, ya lo verás —responde rendida la Sra. Antonia —. De joven se puede con todo, pero cuando te haces mayor… no tienes las mismas fuerzas.
Bueno, bueno, ¡si usted no es tan mayor!
—Pues aunque no lo parezca, tengo 75 años.
Pues nadie lo diría, está usted estupenda —dice sorprendida Carmen —. Aparenta como mucho 65 años, no más.
Si hija sí, pero los 75 no me los quita nadie. Y tú, ¿cuántos años tienes? —pregunta la Sra. Antonia.
Yo tengo 20 años.
Quien los pillara, y sobre todo en esta época, que tenéis mas libertad que en la nuestra. Nosotros no salíamos del pueblo nunca, como mucho nos llevaban alguna vez a la capital, pero eso era algo excepcional.
Eso mismo me dice siempre mi abuela. Mi abuela tiene los mismos años que usted, y la verdad es que también se conserva muy bien, está todo el día de un lado para otro, tan pronto está en el pueblo, como en Valladolid, como en Benidorm. En fin, como dice mi abuelo… ‘’Viajamos más que la maleta de la Piqué’’.
—Pues que bien que estén así —dijo la Sra. Antonia —. A nuestra edad hay gente con muchos achaques. ¿De dónde son tus abuelos?
De un pueblo de León.
—¡No me lo puedo creer! —dijo sorprendida la Sra. Antonia —. ¿De que pueblo son? yo también soy de un pueblecito de León.
—De Gordaliza del Pino.
No lo conozco, ¿en que zona está?
Al lado de Sahagún —respondió Carmen.
—¡Ah sí! Sahagún claro que lo conozco, está en el Camino de Santiago.
Y usted, ¿de que pueblo es?.
Yo soy de la zona del Bierzo, de un pueblecito precioso que también está en el camino de Santiago, Molina Seca, aunque vivo en Ponferrada.
—Si, sí, lo conozco, es precioso, me encanta, estuve el año pasado con unas amigas —dice Carmen —. Hicimos un viajecito por Galicia y a la vuelta paramos en Molinaseca, es precioso, y por cierto… ¡qué bien comimos!
—¿Y que haces camino de Alicante? —pregunta la Sra. Antonia.
—Yo siempre he vivido en Alicante, hasta que vine a estudiar a Madrid. Mi madre es de Gordaliza, pero siempre ha vivido en Alicante, yo nací en Valladolid, pero realmente de donde me siento es de León. Desde pequeña, todas las vacaciones de navidad, semana santa  y verano las he pasado en el pueblo.
 —Yo también tengo una hija viviendo en Alicante, y como hace mucho que no veo a los nietos, me he dicho… ¡me voy a Alicante! y así les doy una sorpresa, no saben que voy.
Pues que contentos se van a poner, ¿cuántos nietos tiene? —preguntó Carmen.
Tengo siete nietos. De esta hija que vive en Alicante, Alicia, tengo dos, Ana y Sergio, de Juan, el que vive en la Coruña, tres, Alicia, Pedro, como mi marido que en paz esté, y Alejandro, y de la pequeña, que se llama como yo, dos, Sandra y Beatriz, menos mal que esta vive en Ponferrada, y puedo ver a los nietos casi todos los días, que si no estaba más sola que ni se.
Que bien, por lo menos tiene una hija a su lado, por que mi abuela que tiene tres hijas ninguna vive en León, mi madre y la pequeña viven en Alicante y la mayor en Madrid.
Bueno, simpática, estamos llegando a Alicante, tanto hemos hablado que se nos ha hecho el camino bien corto —dijo la Sra. Antonia.
—Pues si, ya estamos llegando. Bueno, que disfrute mucho de su hija y de sus nietos.
Seguro que si, estoy deseando verles, ahora mismo me cojo un taxi y en un momento estoy en su casa.
—Adiós Antonia. A lo mejor otro día volvemos a coincidir —dijo Carmen.
Quien sabe hija, igual un día coincidimos en León.
Pues si, quien sabe, bueno ha sido un placer conocerla.
El placer ha sido mío —dijo la Sra. Antonia —. Anda guapa, dame un beso.

Se despidieron y cada una continuó su camino.
                                                                                                      Beatriz García García

jueves, 26 de julio de 2012

HISTORIA DE SUSPENSE



EL GATITO


Una noche de invierno Rebeca, como cada día, de regreso a casa después de una larga jornada de trabajo, conducía su pequeño Seat Ibiza. Estaba cansada y enfadada, en ese momento recordó que no le quedaba leche para que su hijo desayunara al día siguiente. Rebeca decidió parar y compra un cartón de leche en la vieja gasolinera del cruce, donde la carretera se desvía hacia a la zona de chalets donde ella vive.

Rebeca continuó su camino. De repente detuvo el coche, un gatito  estaba en la orilla de la carretera, se bajo y comprobó que estaba herido, seguramente alguien le habría abandonado, pensó. Rebeca decidió cogerlo y llevárselo a casa, lo colocó en el asiento del copiloto. De nuevo siguió conduciendo, cuando por su espejo retrovisor divisó un coche negro que se acercaba a gran velocidad; mientras en la radio escuchaba, un preso muy peligroso se ha escapado de la cárcel de Carabanchel, se trata de un asesino, la policía lo busca en las inmediaciones de la zona de Vaciamadrid, conduce un vehículo marca Wolswagen de color negro; Rebeca aceleró todo lo que pudo su coche, su corazón latía descontroladamente, mientras pensaba… ¡Es el asesino! son muchas coincidencias, tengo que llegar a casa, mi hijo está solo.

Al llegar a la puerta de su casa, el coche que la perseguía la alcanzó, ella bajo desesperadamente del coche buscando las llaves de casa en el bolso, mientras el hombre del coche negro la gritaba, ¡yo no soy el asesino! ¡El asesino está dentro de su coche! Rebeca palidecía por momentos, no entendía nada, decidió tranquilizarse y escuchar al hombre del coche negro. El hombre la decía, cuando usted paró su coche para recoger al gatito, un hombre salió de entre los árboles y se subió a su coche, yo lo reconocí, lo había visto en los periódicos, rápidamente di la vuelta a toda velocidad para avisarla.

De repente el gatito salió del coche, Rebeca no podía reaccionar, no entendía nada, pero por el momento cerró su coche con el mando a distancia, comenzó a gritar, tenemos que llamar a la policía, a él no le parecía buena idea, no paraba de decirla que él la protegería, que no hacía falta llamar a la policía. Rebeca cada vez estaba mas desconcertada,  todo era muy  extraño, ella siguió insistiendo y finalmente él se ofreció para llamar a la policía. Rebeca abrió la puerta de su casa, entró dentro y él se quedó en el porche llamando a la policía. A continuación Rebeca invitó al hombre del coche negro a que entrara en su casa.

Rebeca no sabía que él no había llamado a la policía, pero no tardó en descubrir la verdad, al ver que el hombre se comportaba de manera muy rara.

Pasados unos segundos Rebeca le dijo que si podía buscar al gatito, estaba preocupada, no lo veía desde que se bajó del coche. El hombre salió de la casa en busca del gatito y ella, en ese momento, aprovecho para mirar los bolsillos de la chaqueta del hombre que había irrumpido en su vida. En el interior encontró su móvil, dio al botón de las últimas llamadas y para su sorpresa no había ninguna llamada a la policía. Rebeca estaba muerta de miedo, en ese momento pensó, él es el asesino, pero ella decidió que a su vuelta actuaría con naturalidad para que él no sospechara que había adivinado la verdad. Rápidamente subió al cuarto de su hijo, que aún no se había enterado de nada, estaba viendo la televisión a la vez que chateaba con su móvil mientras escuchaba música con unos cascos. Rebeca al verlo se abrazó a él y le dijo que no saliese de su cuarto y que llamara de inmediato a la policía, que corrían peligro. Su hijo la dio un beso como cada noche y siguió escuchado su música favorita, Rebeca no se percató de que su hijo tenía los cascos puestos. Rápidamente abandonó la habitación, bajó las escaleras a toda prisa, él ya había vuelto, estaba sentado en el último escalón de las escaleras acariciando al gatito. Rebeca al verlo le dice, que alegría, has encontrado al pequeño gatito. Aprovechado así ese momento para preguntarle su nombre y así darle las gracias. El responde, me llamo Rosendo.

Comienzan a conversar sobre sus vidas, mientras supuestamente esperan a la policía. Ellos parecen emocionados, a Rebeca se le olvida que quizá esté tratando con un asesino. Parecen entenderse, Rosendo había perdido a su mujer e hijo en un accidente de tráfico, se sentía muy solo desde entonces, un conductor borracho les había arrebatado la vida. Ella intentaba consolarle, le decía que su vida no era mucho mejor, que también estaba muy sola, ella también era viuda, su marido había fallecido en un accidente de tráfico por culpa del alcohol. Rebeca comenzó a llorar, desde el accidente su vida había sido un infierno, no podía olvidar esa noche.

Salíamos de casa de unos amigos sobre las 12 de noche, la cena había sido estupenda, pero como siempre no faltó el vino y las copas, mi hijo se había quedado dormido, subimos al coche y lo colocamos en la parte de atrás del coche, total estamos muy cerca, no hace falta que le pongamos en la sillita, dije. Mi marido conducía despacio, pero de repente perdió el control del coche, se salió de la carretera y fue a estrellarse contra el coche que venía de frente, el murió en el acto, mi hijo salió despedido por el cristal delantero y yo estuve más de un mes en coma. Cuando desperté del coma, me contaron lo ocurrido, mi marido había muerto, ya estaba enterrado, y mi querido hijo había estado muy grave, le tuvieron que hacer dos operaciones a vida o muerte y las personas que viajaban en el coche contra el que nos estrellamos, una madre y su hijo, murieron en el acto. Quise volverme loca cuando supe toda la verdad, mi vida se había truncado  ¿que sería de la otra familia? me pregunté, pero nunca he tenido fuerzas para saber más.

Pero Rebeca no sabía que su marido, además de haber dado positivo en el análisis de alcoholemia, la autopsia revelaba que había ingerido grandes dosis de cocaína, no sabía la verdad, su marido no solo consumía cocaína sino también se dedicaba a negocios sucios.

Rosendo miró fijamente a Rebeca a los ojos y la dijo, no cabe duda de que somos dos personas muy desgraciadas, y las dos por culpa de la misma persona, Rebeca palideció por momentos, comenzó a atar cabos, era Rosendo el marido y padre de los ocupantes del coche contra el que se estrelló su marido. Sí Rebeca soy yo, dijo Rosendo, yo conocía a tu marido, éramos compañeros de trabajo, sabía de su vida, que tú veo que desconoces, era drogadicto y el hombre que tenemos encerrado en tu coche es un asesino al que tu marido le debía una importante suma de dinero, ese es el motivo por el que te persigue, quiere cobrar la deuda.

Rebeca estaba aterrorizada y decidió confiar en Rosendo, sabía que él no había llamado a la policía, pero después de lo que la había contado, sabía que la iba a ayudar; ella le propone acabar de una vez por todas con el pasado de su marido, rociando con una garrafa de gasolina el coche y así matar al asesino. Rosendo aceptó.


Beatriz García García

SEGUNDO DÍA DE VACACIONES

 23-6-12

           Estoy con mis objetos y recuerdos en el corredor del primer piso del Colegio, espero el momento de irme, el tiempo comprimido en un deseo de regreso imposible, me voy. Me despido de mis mejores momentos y del gentío que me dice, nos veremos, no te preocupes.

En el tiempo de regreso,  mi pecho se estremece con el recuerdo de los buenos momentos vividos.

Mi pueblo, querido sitio de comienzo de nuevos proyectos, el regreso me sorprende con ilusiones y gentes con deseos de confort y ocio. Es el primer encuentro con los otros, los del tiempo del ocio, con los que en dos meses voy de sitio en sitio sin rumbo fijo.

Mis tíos y mis primos son los primeros en recibirme, el encuentro es muy bonito, me sorprenden con un hermoso libro que mi tío publicó recientemente y con el obtuvo un premio en Berlín, “El ser humano, sus mejores elecciones y decisiones”.

Estoy mejor, me estoy recomponiendo en mi sitio de origen, intento que todo lo que me ofrecen mis seres queridos me ilusione y me de sosiego. En el fin del primer reencuentro, estoy en mi sitio, donde fui muy feliz en mi niñez, cojo mi nuevo libro, comienzo de un profundo y reflexivo filosófico discurso, el sueño me vence, no puedo seguir, dejo el libro en mi viejo sinfonier y me duermo. 

Beatriz García  García.

MI PRIMER DIA DE VACACIONES.


22-6-12

Un año más, el tiempo no corre, sino vuela, como si de un halcón peregrino se tratara, otra vez fin de curso, y éste año también fin de carrera.
Mis pensamientos en este primer día de vacaciones no ha sido como el resto de años pasados, donde llegado ese día, la alegría era desbordante; siempre mi mente se alborotaba pensando, por fin vacaciones de verano, largo tiempo para dedicar al ocio, a la familia, y si la suerte, o mi trabajo personal no había estado a la altura de las circunstancias, septiembre era el rencuentro con compañeros de mi  Universidad y con los de mi casa de estos años, mi Colegio Mayor, era el comienzo de otro año en Madrid.
Este año no ha sido igual, más que todos los sentimientos descritos, lo que he sentido ha sido vacío y tristeza, pero sobre todo incertidumbre, mis pensamientos y proyectos de repente se han tornado confusos y desordenados,  mi vida ya ha dejado de ser lo que durante estos años ha venido siendo, ahora toca tomar decisiones, ¿continúo estudiando, busco trabajo, me voy fuera de mi país a trabajar y aprovecho para aprender un idioma?.
Comienzo a llenar bolsas y maletas, me voy a casa, y no ceso de preguntarme ¿cómo soy capaz de almacenar tantas cosas en una habitación tan pequeña? Descanso, el calor hace insoportable recoger y guardar mi vida de estos años, mi corazón se estremece, se agolpa y el llanto me inunda. Intento continuar, y me digo, menos mal que los recuerdos de estos años no les tengo que guardar en una maleta, pues si así fuera necesitaría todas las maletas del mundo.

Beatriz García García