EL GATITO
Una noche de
invierno Rebeca, como cada día, de regreso a casa después de una larga jornada
de trabajo, conducía su pequeño Seat Ibiza. Estaba cansada y enfadada, en ese momento recordó
que no le quedaba leche para que su hijo desayunara al día siguiente. Rebeca
decidió parar y compra un cartón de leche en la vieja gasolinera del
cruce, donde la carretera se desvía hacia a la zona de chalets donde ella vive.
Rebeca
continuó su camino. De
repente detuvo el coche, un gatito
estaba en la orilla de la carretera, se bajo y comprobó que estaba
herido, seguramente alguien le habría abandonado, pensó. Rebeca decidió cogerlo
y llevárselo a casa, lo colocó en el asiento del copiloto. De nuevo siguió
conduciendo, cuando por su espejo retrovisor divisó un coche negro que se
acercaba a gran velocidad; mientras en la radio escuchaba, un preso muy
peligroso se ha escapado de la cárcel de Carabanchel, se trata de un asesino,
la policía lo busca en las inmediaciones de la zona de Vaciamadrid, conduce un
vehículo marca Wolswagen de color negro; Rebeca aceleró todo lo que pudo su
coche, su corazón latía descontroladamente, mientras pensaba… ¡Es el asesino! son
muchas coincidencias, tengo que llegar a casa, mi hijo está solo.
Al llegar a la
puerta de su casa, el coche que la perseguía la alcanzó, ella bajo
desesperadamente del coche buscando las llaves de casa en el bolso, mientras el
hombre del coche negro la gritaba, ¡yo no soy el asesino! ¡El asesino está
dentro de su coche! Rebeca palidecía por momentos, no entendía nada, decidió
tranquilizarse y escuchar al hombre del coche negro. El hombre la decía, cuando
usted paró su coche para recoger al gatito, un hombre salió de entre los
árboles y se subió a su coche, yo lo reconocí, lo había visto en los periódicos,
rápidamente di la vuelta a toda velocidad para avisarla.
De repente el
gatito salió del coche, Rebeca no podía reaccionar, no entendía nada, pero por
el momento cerró su coche con el mando a distancia, comenzó a gritar, tenemos
que llamar a la policía, a él no le parecía buena idea, no paraba de decirla
que él la protegería, que no hacía falta llamar a la policía. Rebeca cada vez
estaba mas desconcertada, todo era
muy extraño, ella siguió
insistiendo y finalmente él se ofreció para llamar a la policía. Rebeca abrió
la puerta de su casa, entró dentro y él se quedó en el porche llamando a la
policía. A continuación Rebeca invitó al hombre del coche negro a que entrara
en su casa.
Rebeca no
sabía que él no había llamado a la policía, pero no tardó en descubrir la
verdad, al ver que el hombre se comportaba de manera muy rara.
Pasados unos
segundos Rebeca le dijo que si podía buscar al gatito, estaba preocupada, no lo
veía desde que se bajó del coche. El hombre salió de la casa en busca del
gatito y ella, en ese momento, aprovecho para mirar los bolsillos de la chaqueta
del hombre que había irrumpido en su vida. En el interior encontró su móvil,
dio al botón de las últimas llamadas y para su sorpresa no había ninguna
llamada a la policía. Rebeca estaba muerta de miedo, en ese momento pensó, él es
el asesino, pero ella decidió que a su vuelta actuaría con naturalidad para que
él no sospechara que había adivinado la verdad. Rápidamente subió al cuarto de
su hijo, que aún no se había enterado de nada, estaba viendo la televisión a la
vez que chateaba con su móvil mientras escuchaba música con unos cascos. Rebeca
al verlo se abrazó a él y le dijo que no saliese de su cuarto y que llamara de
inmediato a la policía, que corrían peligro. Su hijo la dio un beso como cada
noche y siguió escuchado su música favorita, Rebeca no se percató de que su
hijo tenía los cascos puestos. Rápidamente abandonó la habitación, bajó las
escaleras a toda prisa, él ya había vuelto, estaba sentado en el último escalón
de las escaleras acariciando al gatito. Rebeca al verlo le dice, que alegría,
has encontrado al pequeño gatito. Aprovechado así ese momento para preguntarle
su nombre y así darle las gracias. El responde, me llamo Rosendo.
Comienzan a
conversar sobre sus vidas, mientras supuestamente esperan a la policía. Ellos
parecen emocionados, a Rebeca se le olvida que quizá esté tratando con un
asesino. Parecen entenderse, Rosendo había perdido a su mujer e hijo en un
accidente de tráfico, se sentía muy solo desde entonces, un conductor borracho
les había arrebatado la vida. Ella intentaba consolarle, le decía que su vida
no era mucho mejor, que también estaba muy sola, ella también era viuda, su marido
había fallecido en un accidente de tráfico por culpa del alcohol. Rebeca comenzó
a llorar, desde el accidente su vida había sido un infierno, no podía olvidar
esa noche.
Salíamos de
casa de unos amigos sobre las 12 de noche, la cena había sido estupenda, pero
como siempre no faltó el vino y las copas, mi hijo se había quedado dormido,
subimos al coche y lo colocamos en la parte de atrás del coche, total estamos
muy cerca, no hace falta que le pongamos en la sillita, dije. Mi marido
conducía despacio, pero de repente perdió el control del coche, se salió de la
carretera y fue a estrellarse contra el coche que venía de frente, el murió en
el acto, mi hijo salió despedido por el cristal delantero y yo estuve más de un
mes en coma. Cuando desperté del coma, me contaron lo ocurrido, mi marido había
muerto, ya estaba enterrado, y mi querido hijo había estado muy grave, le
tuvieron que hacer dos operaciones a vida o muerte y las personas que viajaban
en el coche contra el que nos estrellamos, una madre y su hijo, murieron en el
acto. Quise volverme loca cuando supe toda la verdad, mi vida se había truncado ¿que sería de la otra familia? me pregunté, pero nunca he tenido fuerzas
para saber más.
Pero Rebeca no
sabía que su marido, además de haber dado positivo en el análisis de
alcoholemia, la autopsia revelaba que había ingerido grandes dosis de
cocaína, no sabía la verdad, su marido no solo consumía cocaína sino también se
dedicaba a negocios sucios.
Rosendo miró
fijamente a Rebeca a los ojos y la dijo, no cabe duda de que somos dos personas
muy desgraciadas, y las dos por culpa de la misma persona, Rebeca palideció por
momentos, comenzó a atar cabos, era Rosendo el marido y padre de los ocupantes
del coche contra el que se estrelló su marido. Sí Rebeca soy yo, dijo Rosendo,
yo conocía a tu marido, éramos compañeros de trabajo, sabía de su vida, que tú
veo que desconoces, era drogadicto y el hombre que tenemos encerrado en tu
coche es un asesino al que tu marido le debía una importante suma de dinero,
ese es el motivo por el que te persigue, quiere cobrar la deuda.
Rebeca estaba
aterrorizada y decidió confiar en Rosendo, sabía que él no había llamado a la
policía, pero después de lo que la había contado, sabía que la iba a ayudar;
ella le propone acabar de una vez por todas con el pasado de su marido,
rociando con una garrafa de gasolina el coche y así matar al asesino. Rosendo
aceptó.
Beatriz García García