jueves, 26 de julio de 2012

HISTORIA DE SUSPENSE



EL GATITO


Una noche de invierno Rebeca, como cada día, de regreso a casa después de una larga jornada de trabajo, conducía su pequeño Seat Ibiza. Estaba cansada y enfadada, en ese momento recordó que no le quedaba leche para que su hijo desayunara al día siguiente. Rebeca decidió parar y compra un cartón de leche en la vieja gasolinera del cruce, donde la carretera se desvía hacia a la zona de chalets donde ella vive.

Rebeca continuó su camino. De repente detuvo el coche, un gatito  estaba en la orilla de la carretera, se bajo y comprobó que estaba herido, seguramente alguien le habría abandonado, pensó. Rebeca decidió cogerlo y llevárselo a casa, lo colocó en el asiento del copiloto. De nuevo siguió conduciendo, cuando por su espejo retrovisor divisó un coche negro que se acercaba a gran velocidad; mientras en la radio escuchaba, un preso muy peligroso se ha escapado de la cárcel de Carabanchel, se trata de un asesino, la policía lo busca en las inmediaciones de la zona de Vaciamadrid, conduce un vehículo marca Wolswagen de color negro; Rebeca aceleró todo lo que pudo su coche, su corazón latía descontroladamente, mientras pensaba… ¡Es el asesino! son muchas coincidencias, tengo que llegar a casa, mi hijo está solo.

Al llegar a la puerta de su casa, el coche que la perseguía la alcanzó, ella bajo desesperadamente del coche buscando las llaves de casa en el bolso, mientras el hombre del coche negro la gritaba, ¡yo no soy el asesino! ¡El asesino está dentro de su coche! Rebeca palidecía por momentos, no entendía nada, decidió tranquilizarse y escuchar al hombre del coche negro. El hombre la decía, cuando usted paró su coche para recoger al gatito, un hombre salió de entre los árboles y se subió a su coche, yo lo reconocí, lo había visto en los periódicos, rápidamente di la vuelta a toda velocidad para avisarla.

De repente el gatito salió del coche, Rebeca no podía reaccionar, no entendía nada, pero por el momento cerró su coche con el mando a distancia, comenzó a gritar, tenemos que llamar a la policía, a él no le parecía buena idea, no paraba de decirla que él la protegería, que no hacía falta llamar a la policía. Rebeca cada vez estaba mas desconcertada,  todo era muy  extraño, ella siguió insistiendo y finalmente él se ofreció para llamar a la policía. Rebeca abrió la puerta de su casa, entró dentro y él se quedó en el porche llamando a la policía. A continuación Rebeca invitó al hombre del coche negro a que entrara en su casa.

Rebeca no sabía que él no había llamado a la policía, pero no tardó en descubrir la verdad, al ver que el hombre se comportaba de manera muy rara.

Pasados unos segundos Rebeca le dijo que si podía buscar al gatito, estaba preocupada, no lo veía desde que se bajó del coche. El hombre salió de la casa en busca del gatito y ella, en ese momento, aprovecho para mirar los bolsillos de la chaqueta del hombre que había irrumpido en su vida. En el interior encontró su móvil, dio al botón de las últimas llamadas y para su sorpresa no había ninguna llamada a la policía. Rebeca estaba muerta de miedo, en ese momento pensó, él es el asesino, pero ella decidió que a su vuelta actuaría con naturalidad para que él no sospechara que había adivinado la verdad. Rápidamente subió al cuarto de su hijo, que aún no se había enterado de nada, estaba viendo la televisión a la vez que chateaba con su móvil mientras escuchaba música con unos cascos. Rebeca al verlo se abrazó a él y le dijo que no saliese de su cuarto y que llamara de inmediato a la policía, que corrían peligro. Su hijo la dio un beso como cada noche y siguió escuchado su música favorita, Rebeca no se percató de que su hijo tenía los cascos puestos. Rápidamente abandonó la habitación, bajó las escaleras a toda prisa, él ya había vuelto, estaba sentado en el último escalón de las escaleras acariciando al gatito. Rebeca al verlo le dice, que alegría, has encontrado al pequeño gatito. Aprovechado así ese momento para preguntarle su nombre y así darle las gracias. El responde, me llamo Rosendo.

Comienzan a conversar sobre sus vidas, mientras supuestamente esperan a la policía. Ellos parecen emocionados, a Rebeca se le olvida que quizá esté tratando con un asesino. Parecen entenderse, Rosendo había perdido a su mujer e hijo en un accidente de tráfico, se sentía muy solo desde entonces, un conductor borracho les había arrebatado la vida. Ella intentaba consolarle, le decía que su vida no era mucho mejor, que también estaba muy sola, ella también era viuda, su marido había fallecido en un accidente de tráfico por culpa del alcohol. Rebeca comenzó a llorar, desde el accidente su vida había sido un infierno, no podía olvidar esa noche.

Salíamos de casa de unos amigos sobre las 12 de noche, la cena había sido estupenda, pero como siempre no faltó el vino y las copas, mi hijo se había quedado dormido, subimos al coche y lo colocamos en la parte de atrás del coche, total estamos muy cerca, no hace falta que le pongamos en la sillita, dije. Mi marido conducía despacio, pero de repente perdió el control del coche, se salió de la carretera y fue a estrellarse contra el coche que venía de frente, el murió en el acto, mi hijo salió despedido por el cristal delantero y yo estuve más de un mes en coma. Cuando desperté del coma, me contaron lo ocurrido, mi marido había muerto, ya estaba enterrado, y mi querido hijo había estado muy grave, le tuvieron que hacer dos operaciones a vida o muerte y las personas que viajaban en el coche contra el que nos estrellamos, una madre y su hijo, murieron en el acto. Quise volverme loca cuando supe toda la verdad, mi vida se había truncado  ¿que sería de la otra familia? me pregunté, pero nunca he tenido fuerzas para saber más.

Pero Rebeca no sabía que su marido, además de haber dado positivo en el análisis de alcoholemia, la autopsia revelaba que había ingerido grandes dosis de cocaína, no sabía la verdad, su marido no solo consumía cocaína sino también se dedicaba a negocios sucios.

Rosendo miró fijamente a Rebeca a los ojos y la dijo, no cabe duda de que somos dos personas muy desgraciadas, y las dos por culpa de la misma persona, Rebeca palideció por momentos, comenzó a atar cabos, era Rosendo el marido y padre de los ocupantes del coche contra el que se estrelló su marido. Sí Rebeca soy yo, dijo Rosendo, yo conocía a tu marido, éramos compañeros de trabajo, sabía de su vida, que tú veo que desconoces, era drogadicto y el hombre que tenemos encerrado en tu coche es un asesino al que tu marido le debía una importante suma de dinero, ese es el motivo por el que te persigue, quiere cobrar la deuda.

Rebeca estaba aterrorizada y decidió confiar en Rosendo, sabía que él no había llamado a la policía, pero después de lo que la había contado, sabía que la iba a ayudar; ella le propone acabar de una vez por todas con el pasado de su marido, rociando con una garrafa de gasolina el coche y así matar al asesino. Rosendo aceptó.


Beatriz García García

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