22-6-12
Un año más, el
tiempo no corre, sino vuela, como si de un halcón peregrino se tratara, otra
vez fin de curso, y éste año también fin de carrera.
Mis
pensamientos en este primer día de vacaciones no ha sido como el resto de años
pasados, donde llegado ese día, la alegría era desbordante; siempre mi mente se
alborotaba pensando, por fin vacaciones de verano, largo tiempo para dedicar al
ocio, a la familia, y si la suerte, o mi trabajo personal no había estado a la
altura de las circunstancias, septiembre era el rencuentro con compañeros de mi Universidad y con los de mi casa de estos años, mi Colegio Mayor, era el
comienzo de otro año en Madrid.
Este año no ha
sido igual, más que todos los sentimientos descritos, lo que he sentido ha sido
vacío y tristeza, pero sobre todo incertidumbre, mis pensamientos y proyectos
de repente se han tornado confusos y desordenados, mi vida ya ha dejado de ser lo que durante estos años ha
venido siendo, ahora toca tomar decisiones, ¿continúo estudiando, busco
trabajo, me voy fuera de mi país a trabajar y aprovecho para aprender un
idioma?.
Comienzo a
llenar bolsas y maletas, me voy a casa, y no ceso de preguntarme ¿cómo soy
capaz de almacenar tantas cosas en una habitación tan pequeña? Descanso, el
calor hace insoportable recoger y guardar mi vida de estos años, mi corazón se
estremece, se agolpa y el llanto me inunda. Intento continuar, y me digo,
menos mal que los recuerdos de estos años no les tengo que guardar en una
maleta, pues si así fuera necesitaría todas las maletas del mundo.
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